Ninguna de nosotras nace con límites. Nos los enseñan nuestros padres. Algunas tienen la suerte de crecer sabiendo quiénes son, sabiendo lo que les gusta y lo que no les gusta, sin invadir a los demás ni permitir que otros los invadan. Han creado un sentido de sí mismas muy sólido.
Otras crecieron en ambientes donde sus propios límites y derechos fueron cruzados o invadidos. Es posible que tengamos límites débiles o inexistentes si fuimos abandonadas o descuidadas de alguna manera, no fuimos nutridas o no tuvimos límites y disciplina adecuados. Los roles inapropiados entre los miembros de la familia, los juegos de poder, la presencia y el abuso de sustancias también dificultan que los niños vean límites saludables entre adultos. Esto hace que sea difícil crear un sentido de uno misma y una autoestima saludablea